-¿Y la banda presidencial? ¿Es Ollanta?- pregunté al ver a mi hijo con terno y banda presidencial
-ah, pues si- me dijo su madre
-mi hijo presidente carajo- y empecé a reír.
En la marcha (que en realidad no es marcha, ya que estos
nenes solo caminan) se podía ver a chalanes, cholitos, amazónicos, todos en
versión miniatura. Una pequeña marcha con banderitas peruanas saludando de un
lado a otro alrededor del amplio campo de fútbol.
Una pequeña actuación, unos niños que bailaban marinera,
otros que recitaron un poema y unos bailes típicos que los niños repetían
imitando a sus profesoras. Y ahí estaba Leandro mi pequeño presidente sonriendo
de un lado a otro de la mano de otra niña, una Nadine que algún payaso con
sentido del humor también llevaba banda presidencial. Un chiste interino entre
los padres de familia.

Mi hijo al vernos, a su madre y a mí, nos hizo hola con
la mano, sonriendo, contento, le gusta mucho el colegio y aunque solo hace
bolitas y reconoce algunas letras del abecedario (confunde la ñ, la y, y la doble L el pobre) él es feliz con sus
amiguitos. Tiene una amiguita con la que juega a Ben 10 y a los carritos (los
de Cars). No sé porque la niña prefiere jugar con carritos en
vez de muñecas, pero así es. La niña es rubia y al parecer le gusta mi pequeño,
su madre también es rubia, una mujer alta (de mi tamaño, pero con tacos se ve
más alta). Estamos juntos viendo como ellos juegan con unos bloques en su
salón.
Ella está separada, el papá de la niña no vino para la
actuación. Yo fui con la madre de Lea, pero ella cómplice se ha retirado
temprano a conversar con otras madres. Hemos acordado que los niños deben pasar
tiempo juntos y no ha dudado en invitar a Lea al cumpleaños de su hija a fines
de mes.
Algunos padres nos miran, y seguro sospechan que estamos
coqueteando, no se equivocan.
Coquetear descripción Dooms: hacer chistes estúpidos para que ella se ría, burlarme del peinado horroroso de la señora directora o de la profesora de gimnasia que parece Natalia Malága, nada por delante, nada por detrás. Hacer carita de niño bueno mientras sonrío mirándola fijamente, para que sepa que me interesa lo que dice.
Pero hacerlo aquí está mal visto. Ya que si bien
ella está separada, yo no. O por lo menos nadie sabe del arreglo que tenemos
Yolanda (la madre de Lea) y yo. Y mientras sea así todo, los murmullos que
generan nuestras risitas a escondidas o susurradas son mal vistas.